Un mal vecino

El casi ensordecedor volumen al que jugaba sus videojuegos no le permitió percatarse de que se acercaba. Estaba completamente absorto en la pantalla, toda su concentración iba al correcto movimiento de sus dedos acorde a la situación. Todo esto permitió al monstruo acercarse, sin ser notado, hasta invadir su espacio personal. Lo último que el gamer sintió fue el húmedo aliento en su cara pero antes de que pudiera voltear, antes de que pudiera temer, ya no tenía cabeza.

El monstruo prosiguió con el torso. Antes de que terminara la noche se fue, dejando una gran cantidad de gamer atrás. Este hombre era demasiada carne incluso para él.

Tardaron dos meses de descubrir sus putrefactos restos ¿Cómo es que nadie percibió el olor antes? De su departamento siempre emanaba un podrido olor.